CANCIONES |

Jon Bon Jovi se tomó un descanso de Richie Sambora y el resto de sus compañeros de banda para componer este álbum que fue la banda sonora de la película Young Guns II. Y vaya que mereció la pena, porque dejó dos canciones para la historia. La primera de ellas, Blaze of Glory, que da título al álbum, y que fue un sonoro éxito. La segunda de ellas, mucho menos conocida, pero para mí más emotiva: Santa Fe.

Creo que Jon necesitaba desprenderse un poco del influjo de la figura de Desmond Child que le ayudó a componer varios de sus primeros éxitos a mitad de los 80. El artista muestra que, en solitario, es capaz de crear estupendas canciones. Y Santa Fe lo es, por muchos motivos; esos violines, ese cambio de octava, y esa pasión con la que Bon Jovi entona la melodía te pone los pelos de punta.

Santa Fe me acompañó durante tantos viajes en coche a en los 90 en el cassette del VW Vento de mi padre; eran años de instituto y de universidad. Fue una de las primeras canciones que toqué con mi guitarra, porque en sí la melodía era sencilla, aunque obviamente cantarla era una quimera.

Posteriormente me di cuenta de que las primeras palabras de la canción «[They say that] no man is an island», son los versos de un poema de John Donne. Todavía hoy en mis clases de marketing les pongo este ejemplo a mis alumnos para que vean lo importante que es añadirle «magia» a un producto, en el sentido de transmitir algo más de lo que a simple vista se ve. Bon Jovi lo hizo al usar los versos de John Donne, enviando el mensaje de que no es un músico vacío, y que su tan perversa etiqueta de «comercial» es una parida. Y aunque hacer una melodía que guste es tremendamente sencillo, hacer una canción con maestría sobre una melodía simple no lo es. Bon Jovi es un artista que hace rock melódico; ¿algún problema con eso?.

Jon dice en su canción que jura que va a vivir para siempre. Y, ciertamente, con esta canción lo ha conseguido.