PELÍCULAS

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Terror, romanticismo, humor, inspiración, dramas adolescentes, emoción y mucho espíritu de superación. Y, por supuesto: «No llueve eternamente».  He aquí la Retrolista #1: Películas.

1. El cuervo (1994)2. Vision Quest (1985)3. Noche de miedo (1985)4. La historia interminable (1985)5. Teen Wolf (1985)6. Regreso al futuro (1985)7. Hoosiers (1986)8. All the right moves (1983)9. Karate Kid (1984)10. Rocky IV (1985)11. St. Elmo's fire (1985)12. El club de los poetas muertos (1989)13. House (1986)14. Pesadilla en Elm Street (1984)15. Pesadilla en Elm Street III (1987)16. Un hombre lobo americano en Londres (1981)17. Fama (1980)18. Carrie (1976)19. Demons (1985)20. Drácula de Bram Stoker (1992)

1. El cuervo (1994)  marco1_1

Una de las obras de arte más impactantes que he visto; posee todos los ingredientes para convertirse en un film inolvidable, inspirador y legendario.

Un músico de rock asesinado, una novia violada conducida a una agónica muerte, un policía sensible y noble, una niña rebelde buscando cariño, unos villanos despreciables, y una ciudad deprimente con un universo asfixiante.  Esos planos picados, esa banda sonora oscura, unos diálogos y frases diseñados para ser powerlines, y esa forma de llevar la historia para hacerte llorar en varias secuencias hacen a esta película un objeto de culto por parte de muchos.

La resurrección de Eric Draven en compañía del cuervo para hacer justicia, y su caminar por la ciudad citando a Edgar Allan Poe, tocando un sólo de guitarra en la azotea, y volteando la vidas que estaban del revés, es ya un clásico de la historia del cine que trasciende tras la muerte de Brandon Lee en la propia película.

Cuando Eric salva a la niña de ser atropellada en medio de una insoportable lluvia se alcanza uno de los momentos culminantes del film; una escena antológica potenciada con esa música redentora que perfila perfectamente el contraste de un caricaturesco salvador, que pronuncia esa imborrable delicia: «No llueve eternamente».

Para mí El cuervo es, por ejemplo, preparar la noche de Halloween en mi apartamento, ir de madrugada a la casa abandonada en la colina que rodeaba al campus de mi universidad, o mirar desde la azotea de la facultad las luces de la ciudad en completa soledad.

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Cartel de la película

2. Vision Quest (1985) marco1_2

Basada en la novela homónima de Terry Davis, Vision Quest, también conocida como «Crazy for you» (en honor a la canción de Madonna que se muestra en el film) es una de esas películas que uno tiene que ver antes de cumplir los 18.  Bueno, incluso lo podríamos extender a antes de cumplir, los 25, al fin y al cabo Matthew Modine tenía 26 cuando interpretó a Louden Swain, un joven luchador que se toma como desafío perder peso para competir en una categoría más baja donde está el invencible Shute.

La aparición de Carla (Linda Florentino), un poco mayor que él y mucho más experimentada, da un vuelco al universo de Louden, que aún así, consigue su objetivo y vence a su rival en la última escena de la película.

El film muestra que el sacrifico es la forma más noble de conseguir el éxito, y a través de varias secuencias memorables, como cuando Carla y Louden visitan a su abuelo («abuelo, estoy orgulloso de llevar tu sangre»),  cuando Louden logra subir el muro en el gimnasio, o cuando se prepara en la sala adyacente a la pista antes del combate final, la película deja una sensación de ganas de comerse el mundo para aquellos que todavía pueden hacerlo, y sentimiento de rabia para aquellos que han perdido el tiempo y no han luchado lo suficiente por cumplir sus sueños.

Aún me veo como Louden Swain, cuando caminaba solitario por las calles de mi cuidad, esas calles que todavía tenían farolas con luz blanca (no amarillas) características de las noches azuladas de los 80, y empezaba a correr al ritmo de Jonh Waite, y su electrizante «Change».

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3. Noche de miedo (1985) marco1_3

Yo tenía 8 años, y hojeaba el periódico que había comprado mi padre. En una de las páginas venía la cartelera y encontraba esa casa con esa especie de monstruo vampírico en una nube encima de ella. Esa estampa me dejó huella, sin duda. Cuando empecé la adolescencia y vi la película por primera vez, me di cuenta que no era tan terrorífica como yo pensaba, pero que era una parodia genial del cine de terror de la Hammer y de las películas de vampiros, y una muestra excepcional del exuberante cine adolescente de los 80, combinando en este caso humor y terror.

Una estética muy cuidada, con ropajes casi siempre con colores apagados, como en los 50, salvo el caso de Amy, que siempre destaca a nivel estético. Efectos de maquillaje difícilmente superables y una gran actuación de actores consagrados como Chris Sarandon o Roddy McDowall (el inefable Peter Vincent, el cazavampiros miedoso «mezcla» de Peter Cushing y Vincent Price).

Ocupa un lugar privilegiado en mi videoteca, donde mis hijos conocen a Jerry Dandrige como el «vampiro jefe», donde su ayudante Billy Cole es «el de la sangre verde» y donde Evil Ed («El rata» en una triste traducción al español) les sigue asustando un poquito cuando se pone esa peluca roja. Si Rody McDowall levantara la cabeza no se podría creer que yo, en algunos cumpleaños escolares, he llegado a escuchar a los amigos de mis hijos decir…»soy Peter Vincent, el cazavampiros». No me extraña, es una película inmortal.

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4. La historia interminable (1985) La historia interminable

Aunque Michael Ende repudió enseguida esta escenificación de su libro, a los niños de los 80 poco nos importó eso. Aún recuerdo perfectamente cómo salí del cine tras ver la película, tenía entonces 8 años, y ese camino hasta el coche con mis padres y mi hermano fue inolvidable; parecía que iba todavía volando en el dragón de la suerte.

Pocas películas me han dejado una huella así, quizá ninguna de las que vi en el cine de niño, y es que la historia de Atreyu y Bastian es una odisea de fantasía que conecta enseguida con los más pequeños, y les estimula su amor por la lectura, por el espíritu aventurero, y por la confianza en que existe un mundo de sueños que es totalmente real.

Esa “nada” está siempre vigilante, pero se puede vencer… sobre todo si tienes un caballo noble, un dragón volador y una voluntad de hierro; incluso si te faltan esos dos primeros elementos.

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5. Teen Wolf (1985) marco1_4

Es una película con un público objetivo muy claro: el infantil y adolescente, por lo que hay que valorarla desde ese prisma. Sencilla, con poco presupuesto, y unos efectos especiales nada sofisticados, la película es difícil comprenderla si uno no es un underdog, o se ha sentido como tal alguna vez. Es el cuento de La Cenicienta pero con protagonista masculino.

Con una estética característica ochentera, la película  emplea la metáfora de la transformación, tan bien ejemplificada en las investigaciones de Gerald Zaltman, como forma de guiar el proceso de cambio tan importante en esa etapa convulsa de la vida.

Para todos aquellos que hemos jugado al baloncesto los Beavers siempre serán uno de nuestros equipos favoritos y, aunque Michael J. Fox es poco creíble como jugador de baloncesto, eso precisamente le hace más verosímil en su papel de underdog, quien finalmente consigue la victoria en el último suspiro, se queda con la chica buena (no la vanidosa y superficial), y abraza a su familia lanzando desde la luna…siendo él mismo.

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6. Regreso al futuro (1985) Regreso al futuro

Michael J. Fox tuvo mucho trabajo ese año, y esta película al lado de Teen Wolf es como comparar un portaviones con una bicicleta pero, claro, estamos hablando de presupuestos y objetivos muy diferentes.

Esta película tiene un ritmo trepidante y muestra el poder de la adolescencia en todo su esplendor. Es un film que pasa con holgura la reválida de los años y que contiene algunas escenas sobre marketing que todavía pongo a mis alumnos de la universidad para ver cómo se pueden utilizar a los buenos y a los malos para ensalzar (Nike) o ridiculizar (Adidas) a una marca. Pero más allá de esas connotaciones, este film es pura emoción, optimismo y dinamismo.

Probablemente nunca conoceremos lo que es un condensador de “fluzo”, pero al menos, por la Teoría del Caos, sabemos que si cambia una ínfima condición inicial en un viaje al pasado (lo que siempre ocurriría) el futuro iría por una línea divergente. Eso es lo que le ocurre a Marty, no sin antes inspirar a Chuck Berry para componer su Jonny B. Goode, el cual tuve el honor de tocar en directo en mi boda, donde quise rendir homenaje a una de las escenas inolvidables del cine de los 80.

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7. Hoosiers (1986) Hoosiers

Es “la película” para los amantes del baloncesto. El instituto del pequeño pueblo de Hickory de Indiana consigue el sueño de ganar el campeonato estatal. Un argumento simple, pero que en su desarrollo nos muestra infinidad de matices y sentimientos que hace de esta película una de las más importantes en su género.

La llegada del entrenador Norman Dale, interpretado magistralmente por Gene Hackman, cambia el destino del equipo de baloncesto, gracias a los métodos de entrenamiento un tanto heterodoxos y su fuerte personalidad. Quizá hoy día los defensores del entrenamiento integrado verían la preparación física de Norman Dale (sin tocar el balón durante muchos días) como un total anacronismo. Pero es que, no nos olvidemos, la película se sitúa en los años 50 (se basa en una historia real), por lo que aquí nos vamos a encontrar con lanzamientos de cuchara, Converses Chuck-Taylor y carencia de línea de tres puntos.

La memorable escena del final del partido donde contravienen al entrenador para hacer la jugada que los jugadores piensan que es la mejor culmina un excelente film, que retrata lo que es el baloncesto en Indiana; una especie de religión.

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8. All the right moves (1983) All the right moves

No es una película más sobre adolescentes y deporte. Es una interesante historia sobre cómo los jóvenes están atados a su contexto social de tal forma que no tienen opción a otro destino que el marcado por la tradición de sus familias y su ciudad. Esa asfixiante presión actúa como un muro para el desarrollo de los propios sueños, y de la legítima voluntad de labrar su propio destino.

Stef (Tom Cruise) tiene muy claro que esa predeterminación no puede vencer su voluntad, y toma el fútbol americano como vía de escape para encontrar su verdadera oportunidad, su sueño: ser ingeniero. Pero para ello tiene que tener éxito con el equipo de su instituto, y no lo va a tener fácil porque su entrenador (Craig T. Nelson) peca a veces de falta de sintonía con él. Esa tensión entre Cruise y Nelson da valor a un film que refleja la anodina vida de un pueblo, su fábrica de acero y sus habitantes, y la esperanza de los que buscan un futuro mejor, y de los que no les queda más opción que renunciar a esos sueños.

Tom Cruise tenía sólo 20 años cuando interpretó esta película, magistral, como siempre, un actor infravalorado, que, independientemente de lo controvertido o no de su vida personal, es un auténtico maestro. Todavía hoy, y tengo ya 39 años, cuando me levanto y hago unas flexiones como Stef hacía en su dormitorio, miro por la ventana y siento que quedan muchos sueños por cumplir.

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9. Karate Kid (1984) Karate Kid

Si Cruise era creíble como atleta, Macchio no lo era demasiado como karateka, pero este clásico de la cultura adolescente y ochentera no podría faltar aquí. Todo el mundo ha visto esta película (algunos muchas veces) e incluso los remakes. Pero lo que vivimos los niños de esa época saliendo de los cines haciendo “la grulla” es irrepetible.

De nuevo tenemos la historia del underdog, y el mensaje de que con sacrificio y humildad se puede conseguir todo. Aquí tenemos la ayuda del señor Miyagi, cuya personalidad fagocita la de Daniel-san hasta convertirse casi en una sola entidad. Recalco la importancia de este tipo de mensajes para los niños y adolescentes, en contraposición a la cultura del éxito fácil, rápido y sin ningún mérito aparente.

Karate Kid llenó los gimnasios de niños para aprender artes marciales, pero dejó un legado mucho más importante sobre cuál debe ser la filosofía de trabajo: Dar cera, pulir cera.

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10. Rocky IV (1985) Rocky IV

Si Cruise es un actor infravalorado, Stallone se lleva la palma. Él no tiene el talento de Cruise, ni mucho menos, pero tiene la inteligencia de dotar a sus personajes y sus historias de un magnetismo especial. No estoy loco al defender a Stallone como uno de los grandes del cine, sé que no estoy sólo en esto.

Rocky IV, pese a ser una secuela, y pese a estar trufada por el recurrente dualismo de la Guerra Fría, es una película que ensalza el triunfo del trabajo de Stallone frente a la programación casi robótica de su némesis, Dolph Lundgren. Todavía hoy muchos preparadores de fitness aluden a esta película para defender los métodos de entrenamiento basados en el propio cuerpo frente al enfermizo apego a ejercicios de pesas con músculos pequeños, lo que al final determina la victoria de Rocky frente a Iván Drago. Por cierto, inmejorable la sucinta referencia a esta película en el episodio de Historia Corrientes donde Rigby se compra “El Ruso”, un aparato eléctrico para estimular sus músculos.

La película también es una muestra de cuáles eran los métodos de entrenamiento en la Europa del Este presentes durante esa época, y que años más tarde se han sacado a la luz con los escándalos de dopaje y entrenamientos extremos. 

La muerte de Apollo Ceed añade dramatismo al film, que se regocija en varios momentos de breves monólogos de Stallone que no tienen desperdicio, como el de las escaleras frente a su esposa y el del final tras vencer a Drago. 

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11. St. Elmo’s fire (1985) St. Elmo's fire

Muchos toman como despectivo el término “Brat pack”, pero lo cierto es que esta película es paradigmática en presentar a un grupo de jóvenes actores comiéndose la pantalla y siendo cabeza visible de una generación prometedora. 

St. Elmo’s fire es un drama muy sugerente, que te deja con un nudo en la garganta cuando lo visionas pasados los 25 años. Es cuando te das cuenta del verdadero valor del film, de cómo transmite ese cambio en tu vida, de pasar de estudiante a la vida adulta, con sus problemas, sus contradicciones y sus errores.

La homosexualidad, las drogas, el amor no correspondido, el éxito que pudre los sentimientos, son temas que esta película trata de manera muy eficaz.

Yo siempre recordaré la frase de Rob Lowe en uno de los momentos importantes del film: “Echo de menos la universidad”, sentencia aparentemente insulsa pero con un trasfondo inmenso para unas personas que dejan una etapa de su vida que ya nunca volverá. Y aunque ellos se resisten a abandonarla, ese instante llega tarde o temprano. Vi muchas veces esta película en mi época de estudiante, y me ayudó a disfrutar cada minuto al máximo.

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12. El club de los poetas muertos (1989) El club de los poetas muertos

Wow, es una película que deberían ver decenas de veces los niños en las escuelas, institutos e incluso en la  universidad. Más allá del célebre carpe diem, que parece que ha quedado como corolario único de esta historia, El club de los poetas muertos es un canto a la libertad, la irreverencia y la inspiración.

Qué suerte haber podido ver esta película en mi adolescencia, lo que me ayudó a entender que el gusto por los libros, la literatura o la poesía no estaba reñido con pretender ser un gran deportista y entrenar con sacrificio para cumplir mis objetivos (algo que retratan varias de las películas aquí comentadas).

Ahora ya no estoy en el lugar de esos estudiantes, sino que inevitablemente me tiendo a identificar más con Robin Williams debido a mi trabajo como profesor. Ojalá sea capaz de mantener el espíritu de esta película durante muchos años en mis clases.

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13. House (1986) House

Terror y humor, como en Noche de miedo, aunque con tintes quizá diferentes. House es una entretenida película que comienza con la tremenda tragedia de la pérdida de un hijo, que luego resulta estar secuestrado en otra dimensión, y que el padre (William Katt) consigue finalmente recuperar.

El cómo el protagonista se envalentona dentro de la casa preparando trampas para vencer a los monstruos da un soplo de felicidad a cualquiera que vea la película. La aparición estelar de George Wendt (Cheers) como vecino metomentodo confiere unas chispas de humor ciertamente brillantes.

Es de esas películas sobre casas encantadas que sólo podrían hacerse en los 80, y que sólo tiene cabida un análisis dentro del contexto en el que se produjeron. Todavía hoy la sigo viendo de vez en cuando.

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14. Pesadilla en Elm Street (1984) Pesadilla en Elm Street

Del genio de Wes Craven (que se basó por cierto en unas muertes de jóvenes ocurridas en Estados Unidos mientras dormían) salió esta icónica película que presenta al que posiblemente sea el monstruo más famoso del cine de terror: Freddy Krueger.

Confieso que esta película me dio mucho miedo. No la vi hasta que no tuve 9 o 10 años, pero aún hoy día me da ciertos escalofríos. Es, sin duda, la mejor de la saga, y presenta la terrible idea de que los hijos pagan por los errores de sus padres. No obstante, la efervescencia de los jóvenes y su poder puede derrotar incluso a un rival aparentemente invencible, como lo es Freddy, aunque ciertamente, es precisamente esa forma en la que Freddy muere y el final del film lo peor de una cinta casi perfecta hasta ese momento.

La muerte de Johnny Depp en su cuarto y el gesto de terror de sus padres cuando abren la puerta de su habitación es uno de los varios momentos memorables que esta película aporta al género de terror, el cual no se concibe sin esas cuatro infernales cuchillas.

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15. Pesadilla en Elm Street III (1987) Pesadilla en Elm Street III

Recuerdo ver esta película con 13 años después de que mi padre me dejara alquilarla en el video club. Cuando se lo comentaba a mis amigos les decía que si eran de susto fácil no vieran la película. Y es que esta es, posiblemente, la mejor de las secuelas, seguida muy de cerca por la cuarta entrega. El resto, para mí, son demasiado flojas.

Craven retomó parte del protagonismo tras su ausencia en la primera secuela y eso se notó. Grandes efectos especiales y un mensaje muy atractivo: en tus sueños puedes convertirte en quien quieras, y eso te vuelve poderoso. Esa es la forma en la que los jóvenes vencen a Freddy, no sin un reguero de sangre derramado previamente, y confiere una dimensión especial a esta historia, y un detalle por el cual las pesadillas de cualquiera pueden tornarse en apasionantes aventuras donde uno siempre es el vencedor.

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16. Un hombre lobo americano en Londres (1981) Un hombre lobo americano en Londres

Exquisita película de John Landis, que con pinceladas de humor negro (la escena del cine porno es impagable) nos muestra la terrible historia de dos jóvenes americanos que son mordidos por un hombre lobo mientras están de vacaciones en Inglaterra.

Numerosas escenas terroríficas caracterizan esta cinta, entre ellas la célebre transformación de David en lobo, realizada de manera totalmente artesanal con efectos de maquillaje y mecánicos, y que es una auténtica obra de arte. Michael Jackson se inspiró en ella para su “Thriller”.

Es una pieza maestra del género, que uno no se cansa de ver, sobre todo cuando aparece Jenny Agutter.

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17. Fama (1980) Fama

Confieso que vi antes la serie de televisión que la película, pero ambas me marcaron de niño. La música ejerce un efecto hipnótico tan grande que un niño no podía dejar de soñar en estudiar en esa escuela de arte dramático.

Mi escena favorita es cuando Paul McCrane toca esa canción a solas en su habitación, con su guitarra acústica, apoyado en la repisa de su ventana mientras los neones de la ciudad parpadean ensombreciendo y alumbrando su cuarto, cuya luz apenas nace de una tenue y pequeña lámpara. Esa guitarra acústica y la soledad del cuarto alumbrado por la noche azul, la he recreado yo cientos de veces, y en ese mágico escenario he tenido la fortuna de componer algunas canciones que todavía hoy rememoro en mi vieja guitarra.

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18. Carrie (1976) Carrie

Se hace difícil concebir esta película sin la presencia con mayúsculas de Sissy Spacek, dando vida a la frágil e ingenua Carrie. Esta película es una obra maestra, basada en la novela de Stephen King, y que refleja un escenario tristemente habitual: el acoso escolar por ser diferente, y que además va más allá incidiendo en las raíces de por qué hay esa diferencia (la madre de Carrie), aunque obviamente ello no justifique ninguno de esos abusos por parte de sus compañeros de clase.

Brian de Palma hace que te confíes hasta pensar que el cuento de La Cenicienta (de nuevo la metáfora de la transformación) se va a cumplir hasta el final, pero la malicia de las compañeras de Carrie impiden un desenlace feliz, y sobreviene ese puñetazo final que para el espectador resulta el baile de fin de curso y la posterior muerte de Carrie quemada en su propia casa.

Pero nos podemos consolar con algo, el fantasma de Carrie sobreviene en pesadillas para aquellos que en mayor o menor medida fueron cómplices de su desgraciado destino. 

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19. Demons (1985) Demons

Terror con sello italiano, es una película ciertamente menor, pero que a mí me encantó la primera vez que la vi. Recuerdo perfectamente cuando fue, a comienzos de los 90 en el programa “Noche de lobos” de Antena 3, dedicado a cintas de terror (algunas de ellas desgraciadamente no tendrían cabida en la parrilla actual). El presentador presentaba la película como “la destrucción del cine desde el propio cine”, en una frase que trataba de reflejar qué significaba Demons en realidad, aunque bajo mi punto de vista era una sentencia demasiado pomposa para lo que esta película podría suponer.

Pero aún así, Lamberto Bava (uno de los grandes del terror italiano junto con Lucio Fulci o Dario Argento), consigue una atrayente cinta que nos muestra un apocalipsis zombie muy peculiar, donde la trama de una película se convierte en realidad. Efectos de maquillaje muy respetables y una agobiante historia que culmina con un inesperado final…bueno quizá no tan inesperado.

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20. Drácula de Bram Stoker (1992) Drácula de Bram Stoker

Coppola hace un soberbio trabajo, recreando un universo gótico bellísimo, realizando una versión de Drácula con una fuerza impactante.

Es inevitable quedarse boquiabierto con Mina (Winona Ryder) e incluso con Lucy, o empatizar con la bestia (Gary Oldman en otra de sus sublimes actuaciones), quien al fin y al cabo no es más que un condenado a un infierno azul, pero que es capaz de amar.

Este Drácula es una forma fascinante de contar una historia conocida por todos, pero que al verla uno nunca pierde la esperanza de que pueda acabar de otra manera.

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